Zen en el arte del tiro con arco

En Alma Natural publicamos hace algún tiempo un artículo titulado El crecimiento del autor. En él expresamos, de la forma más lacónica que pudimos, las que consideremos algunas de las claves para el crecimiento de un autor. En dicho artículo dejamos claro lo importante que es para nosotros el crecimiento espiritual. No obstante, somos conscientes de lo confuso que este concepto puede resultar para algunos de vosotros, nuestros lectores. Hoy os traemos una recomendación bibliográfica que seguro os ayudará a entender mejor esta idea, aplicada a la fotografía y la vida misma.

Para algunos de nosotros, la filosofía oriental ha sido la principal fuente para el crecimiento espiritual. Creemos que lo mejor siempre es ir a los orígenes, estudiando a los verdaderos maestros de esta filosofía. Sin embargo, como personas nacidas y educadas en occidente, nos resultaría muy complicado entender estas enseñanzas empezando de este modo. Como dice el propio autor del libro que os recomendamos hoy: “La manera japonesa de pensar es completamente opuesta a la del europeo. Para él, todo esto es incomprensible. Para aceptar el pensamiento japonés, debemos revisar completamente nuestros propios conceptos”. Por este motivo, iniciarse a través de textos que nos hagan de puente entre occidente y oriente, puede ser el mejor modo. Este libro es un magnífico ejemplo de ese puente espiritual, con él se ha iniciado mucha gente alrededor de todo el mundo. Se trata del libro Zen en el arte del tiro con arco, de Eugen Herrigel.

Eugen fue un profesor de filosofía nacido en Alemania en 1884. En la Universidad de Heidelberg estudió primero teología y luego filosofía, materias que le hicieron sentir una gran curiosidad por la filosofía oriental, especialmente por el Zen. En 1924, el profesor obtuvo una cátedra para enseñar historia de la filosofía occidental en Japón. Allí, Herrigel aprovechó su estancia para profundizar en sus conocimientos sobre el budismo Zen.

Según cuentan, al poco tiempo de llegar a la Universidad Imperial de Tohoku, un fuerte terremoto causó grandes estragos, provocando un caos generalizado. En medio de aquella atmósfera de pánico que lo inundaba todo se movía uno de los profesores, que como si no fuese afectado por todo aquello,  mantenía un estado de sosiego que impactó a Eugen, despertando en él la necesidad de empezar ya a formarse. Otro compañero de la Universidad le sugirió hacerlo a través de la práctica de algún arte marcial o expresión artística. Y nuestro profesor decidió comenzar a recibir clases de arquería, lo que allí llaman kyudo.

El maestro de kyudo Kenzo Awa (1880-1939), fue el elegido por Herrigel. Este maestro, que entendía la arquería como una religión que se nutría de la espiritualidad de la doctrina Zen, fue tremendamente estricto con Eugen. El maestro Kenzo, con su exigencia, le regaló al profesor una sabiduría que le cambiaría la vida y que nunca dejaría de practicar.

En 1929, Herrigel regresó a Alemania, donde decidió escribir un pequeño relato sobre sus experiencias. Dicho texto despertó mucho interés, tanto en Europa y América como en Japón, y Eugen empezó a ampliarlo con nuevos conocimientos adquiridos con el paso de los años y con sus lecturas sobre el Zen. Todo esto dio como fruto el libro del que aquí hablamos, que se publicó por primera vez en 1953. Dos años después, nuestro profesor y maestro falleció.

El libro Zen en el arte del tiro con arco se tradujo a más de treinta idiomas y se reeditó continuamente, convirtiéndose en una lectura indispensable tanto para los conocedores de la filosofía oriental como para los que quisieron iniciarse en ella.

A lo largo de los capítulos: Un arte sin artificio, Una puerta hacia la doctrina magna, La fuerza de la respiración, El desprendimiento, Ceder sin resistencias, Maestro y discípulo, El maestro en uno mismo y La destreza se vuelve espiritual, Herrigel nos ofrece una inestimable sabiduría que podemos aplicar al tiro con arco o a cualquier disciplina artística, como puede ser, por supuesto, la fotografía.

Como fotógrafos, algunos de los conceptos que podemos aprender en este libro son los siguientes:

-    La fotografía no debe ser una competición para ser mejores que los demás, sino un largo sendero para hacernos mejores personas a nosotros mismos. Del mismo modo, el kyudo no es una lucha contra los demás, sino contra nosotros mismos: “El tiro con arco de ninguna manera puede significar un intento de lograr algo exteriormente, con arco y flecha, sino interiormente, con el propio yo”.

-    Igual que en la fotografía, la técnica por sí sola no es suficiente. Además, para alcanzar niveles superiores, la técnica debe fluir sin que estemos pensando en ella: “Para ser un verdadero maestro del tiro con arco, no basta dominio técnico. Se necesita rebasar este aspecto, de modo que el dominio se convierta en arte sin artificio, emanado de lo inconsciente”.

-    Controlar la respiración como técnica para iniciarse en la meditación, estado necesario para practicar el tiro con arco y también la fotografía contemplativa. Disparar con relajación y pura concentración: “Cuando en una de esas ocasiones, dije a manera de disculpa que en verdad me esforzaba por mantenerme relajado, replicó: –Este es precisamente su error: usted se esfuerza, usted piensa en ello. ¡Concéntrese solo en la respiración, como si no tuviese que hacer otra cosa!–.

-    La importancia de alcanzar un estado de espiritualidad para disparar. Será más fácil alcanzar este estado preparándonos previamente, cuidando los preparativos, haciendo de ellos una especie de ceremonia que nos sintonice con el acto creador: “Más claramente de lo que el maestro podría explicar con palabras, el discípulo desprende de ellas que el estado espiritual apropiado del artista se alcanza cuando los preparativos y la creación, la artesanía y el arte, lo material y lo espiritual, lo abstracto y lo concreto se amalgaman en un continuo único. Y con esto encuentra un nuevo tema de imitación. Ahora se exige de él que domine todos los modos de concentración y de recogimiento, olvidado de sí mismo”.

-    Las artes del lejano oriente, igual que vimos con el libro La utilidadde lo inútil, no entrañan ninguna utilidad, por eso son indispensables: “¡El arte genuino –exclamó entonces el maestro– no conoce fin ni intención! Cuanto más obstinadamente se empeñe usted en aprender a disparar la flecha para acertar en el blanco, tanto menos conseguirá lo primero y tanto más se alejará de lo segundo”.

-    El arte nace de aunar lo físico y lo metafísico: “Con el extremo superior del arco, el arquero perfora el Cielo; del inferior está suspendida, con un hilo de seda, la Tierra. Si el tiro se dispara con un fuerte sacudón, existe el peligro de que el hilo se rompa. Para el voluntarioso y violento, el abismo será entonces definitivo, y el hombre permanecerá en el fatal centro entre el Cielo y la Tierra”.

-    Un maestro no debe crear eternos discípulos, sino nuevos maestros que lo superen: “Hasta dónde llegará el alumno, esto se sustrae a la influencia del preceptor y maestro. En cuanto le ha enseñado el camino, ya tiene que dejarlo para que siga solo. Una sola cosa le queda por hacer para que el discípulo soporte su soledad. Lo desprende de sí mismo –es decir del maestro–, exhortándolo encarecidamente a ir más lejos que él, a subirse sobre los hombros del maestro”.

-    Debemos vigilar nuestro ego y tratar de erradicarlo, será beneficioso para nuestro arte y para nuestra vida: “Con el tiempo disparé varios tiros seguidos que dieron en el blanco, aparte, por supuesto, de muchos fallados. Pero cuando yo daba la menor señal de orgullo, el maestro me reprendía con inusitada brusquedad. –¿Qué le sucede? Ya sabe que no debe enojarse por los tiros fallados. Pero tampoco debe regocijarse con los logrados. Tiene que desprenderse de ese fluctuar entre placer y displacer. Tiene que aprender a sobreponerse a ello con libre ecuanimidad, alegrándose como si otro hubiese hecho esos disparos. Eso también debe practicarlo incansablemente. No se imagina cuánta importancia tiene–.

Si estáis interesados en vivir vuestra fotografía de un modo más espiritual, estamos seguros de que este libro os ayudará a dar un gran paso. Esperamos que lo disfrutéis y no olvidéis que es tan solo una puerta de entrada, amable con los occidentales, a la tan inabarcable como enriquecedora filosofía oriental.